La Ley de Restauración de la Naturaleza es una legislación europea clave dentro del Pacto Verde que aspira a restaurar los ecosistemas terrestres y marinos degradados, colaborar en la consecución de los objetivos climáticos y de biodiversidad de la UE y fortalecer la seguridad alimentaria, según indica el Parlamento Europeo.
Para conseguirlo, los Estados miembros deberán llevar a cabo acciones de restauración mediante Planes Nacionales de Restauración con el fin de recuperar, al menos, el 30% de las zonas terrestres y de los mares de la UE para 2030, siendo prioritarias las zonas de la red Natura 2000.
Este porcentaje tendrá que elevarse al 60% para 2040 y alcanzar el 90% para 2050.
De acuerdo con la Comisión Europea, la aplicación de la Ley de Restauración de la Naturaleza conllevaría “importantes” beneficios económicos. Cada euro invertido generaría entre ocho y treinta y ocho euros. Según un informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (Ipbes), unos 58 billones de dólares de actividad económica anual en todo el mundo, lo que supone más del 50% del PIB global, dependen de la naturaleza.
También, contribuiría a cumplir “muchos” de los compromisos medioambientales. La recuperación de las turberas drenadas podría ahorrar hasta el 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero terrestre en Europa. Y ayudaría al sector agrario, pues cerca del 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen de los polinizadores y la agricultura emplea el 70% del agua dulce.
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