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29/1/2025 Noticias ambientales

La dura batalla que tuvieron que librar los científicos para demostrar que la lluvia ácida existía (y cómo ahora sucede lo mismo con el cambio climático)

Es la década de los 80 y un grupo de niños rema en canoa en el Parque Provincial Killarney de Canadá, en medio de un cristalino lago color turquesa que se ve muy poco natural.

La explicación de esta agua prístina es poco alentadora.

Se debe a que este lago cerca de las industrias de níquel y cobre de la ciudad de Sudbury, Ontario, ha sido radicalmente alterado por la lluvia ácida.

Casi todos los seres vivos en el agua, como las pequeñas algas que normalmente bloquearían que la luz llega a las profundidades, se han ido, dejando el agua aquí y en los lagos de toda la región con un hermoso pero inquietante tono aguamarina.


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