En 2023 la tormenta Daniel azotó el este del Mediterráneo dejando precipitaciones de más de 1.000 litros en un solo día en la localidad griega de Zagora. En la mortífera DANA de Valencia a finales de octubre de 2024 se superaron los 2.200 m3/seg de caudal en el barranco del Poyo. Si bien la fuerza de la DANA ha sido descomunal, sus efectos se han visto multiplicados por la mermada capacidad del suelo para absorber agua.
La materia orgánica, clave
Coincidiendo con el Día Mundial del Suelo, que se celebra cada 5 de diciembre, la ONG Reforesta, en su lucha contra la desertificación, aboga por modificar nuestra relación con la naturaleza, restaurar el equilibrio perdido y tomar medidas para evitar inundaciones o, al menos, reducir su impacto. Para ello es esencial aumentar y mejorar el contenido de materia orgánica del suelo, que es lo que produce el efecto esponja cuando hay precipitaciones. Y hay dos actividades determinantes para conseguirlo: la gestión forestal y la agricultura regenerativa.
La ecuación es sencilla de entender: la materia orgánica confiere estructura al suelo, aumenta su porosidad y esponjosidad y lo hace más resistente a la erosión; y cuando la elevamos, aumenta la infiltración. Según USDA (United States Department of Agriculture), cada 1% de incremento de materia orgánica supone 25.000 galones de agua disponible por acre; es decir, 23,38 l/m2.
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