Que las emisiones de los tubos de escape de los coches están bajo la lupa de la Unión Europea es algo sabido por la mayoría de la población, si bien la normativa Euro 7 ha terminado siendo más suave de lo esperado. Lo que no conoce una gran cantidad de personas es que este organismo geopolítico también tiene como objetivo reducir las partículas que los automóviles liberan cuando se desprenden de sus neumáticos y de sus frenos. ¿Cómo solucionar esto?
Tanto las carcasas de las ruedas sobre las que apoyan estos vehículos como las pastillas que rozan contra sus discos para decelerarlos están compuestas de un material que, a medida que se desgasta, se ha demostrado que es nocivo para la salud de personas y animales. Hablamos de micropartículas de caucho y de ferodo que, según la UE, llegan a generar hasta media docena toneladas de residuos contaminantes cada año en los países miembros.
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