El cambio climático ya es una realidad ineludible, y el momento de actuar es ahora. No cabe duda de la urgencia, pero la pregunta clave sigue siendo: ¿Cómo se logra una acción efectiva y por dónde se empieza? El tiempo apremia y los Estados enfrentan cada vez más dificultades para implementar estrategias adecuadas. Según el segundo Voto Popular por el Clima de las Naciones Unidas, siete de cada diez personas en el mundo desean que sus países adopten energías limpias lo más pronto posible para enfrentar la crisis climática. Este sondeo, que encuestó a más de 73.000 personas en 77 países, revela que el 85% apoya una transición rápida, incluyendo la mayoría de los principales productores de petróleo, gas y carbón a nivel mundial.
Achim Steiner, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, destacó el sorprendente consenso reflejado en la encuesta y llamó a los líderes y responsables políticos a actuar, especialmente ahora que los países están revisando sus compromisos climáticos.
Sin embargo, no basta con que la transición sea rápida; también debe ser justa. Un informe reciente del Foro Económico Mundial y Boston Consulting Group advierte que las políticas climáticas bien intencionadas podrían, sin querer, agravar las desigualdades económicas, fragmentando aún más a la sociedad y frenando el progreso tanto ambiental como socioeconómico.
El Voto Popular por el Clima también reveló que, mientras el 53% de los encuestados están más preocupados por la crisis climática que el año pasado, esta preocupación es aún mayor en los Países Menos Adelantados (PMA), donde seis de cada diez personas expresan una creciente ansiedad, en comparación con la mitad de los habitantes de los países del G20.
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