El aumento del nivel del mar en el Atlántico Norte está relacionado con cambios en las aguas profundas de la Antártida, según un estudio publicado en Nature Geosciences.
Investigadores/as liderados por la Universidad de Miami y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) analizaron dos décadas de datos y encontraron que la Circulación Meridional de Inversión del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés), una corriente oceánica crucial, se ha debilitado un 12% en las últimas dos décadas. Este debilitamiento afecta el flujo de agua fría y densa que se forma en el Océano Austral y que, al desplazarse hacia el norte, regula las temperaturas en el fondo del océano Atlántico.
El estudio mostró que el calentamiento en las profundidades oceánicas se debe a la reducción de esta corriente, que es parte de la rama abisal del AMOC. Esta rama, compuesta por agua del fondo antártico, se forma cuando el agua de mar se enfría en invierno y se hunde debido a su alta densidad, creando una capa que se extiende hacia el norte.
Es un sistema tridimensional de corrientes oceánicas que actúa como una “cinta transportadora” para distribuir calor, nutrientes y carbono, dióxido de carbono en los océanos del mundo. Sin embargo, el flujo de esta agua hacia latitudes más altas se ha ralentizado, lo que ha causado un calentamiento importante en las aguas profundas, contribuyendo al aumento del nivel del mar debido a la expansión térmica del agua.
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