Santa Clara es una isla, aspecto que ha dado lugar a la evolución de una especie animal muy particular: la lagartija de Santa Clara o lagartija de Urgull, una subespecie que sólo podemos encontrar en estas dos localizaciones. "En un principio en la bahía donostiarra había dos islas, Santa Klara y Urgull, y la lagartija que vivía aislada en estas dos zonas desarrolló características propias y diferentes al resto", relata José Mª Hernández, director de la Fundación Cristina Enea.
Podarcis liolepis sebastiani es el nombre científico de la subespecie que, según Hernández, presenta notables diferencias con respecto a la lagartija común que encontramos en los montes vascos: "Es algo más grande en tamaño y también tiene una distribución diferente de escamas". Gracias a este caso de endemismo es imposible encontrar este tipo de lagartija en cualquier otro rincón del mundo, lo que le da un gran valor, convirtiéndola en un tesoro natural de San Sebastián. "Hasta ahora esta subespecie de lagartija ha vivido con relativa tranquilidad, pero en los últimos tiempos ha tenido que hacer frente a una nueva amenaza: la lagartija de las Pitiusas", ha contado el director de Fundación Cristina Enea. "Hace años que esta lagartija, originaria de las Islas Baleares, entró por primera vez en Urgull y Santa Clara, por lo que la lagartija de aquí se ha enfrentado a una nueva competencia para conseguir los alimentos que necesita para sobrevivir", explica Hernández, que destaca los daños que las especies exóticas invasoras causan a las especies locales.
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